Tamaño letra:

Orlando Tuyaré, mi abueloNo recuerdo si la primera vez que escuché la frase “un oficio no te va a hacer rico pero con él vas a sobrevivir” fue dicha por mi abuelo o por mi padre lo que sí sé es que quedó grabada en mi memoria desde muy chico y para siempre; el paso del tiempo la confirmó y pasó a ser uno de los pilares sobre el que fundamento mi existencia hasta el día de hoy.

Los oficios a veces surgen de la nada, es como un don innato que genera artistas variopintos e incluso bifurcaciones hacia otros menesteres; otras veces se aprenden de algún maestro que nos revela “trucos”, que no son más que experiencias propias compartidas, o de alguien que nos empuja a expandir habilidades que ya poseemos pero aún no desarrollamos. Esos maestros son los mejores de la vida porque nos enseñan lo que no vamos a aprender en claustros escolares o universitarios.

Y una cosa es una profesión y otra muy distinta es un oficio. Según lo que dictan las definiciones propias de las palabras, oficio y profesión son cuestiones diferentes: para aprender un oficio no hace falta preparación académica, para ser profesional se necesitan estudios; un artesano no necesita estudiar, un ingeniero si. Sin embargo sostengo que una profesión se puede volver oficio y viceversa, es más, ambas llegan a convivir y completarnos, nutren nuestras capacidades y generan un espíritu propio y único sobre el que vamos gestando nuestra vida.

Uno de mis poetas españoles favoritos es Antonio Gala Velasco, de él proviene un aforismo que supe hacer mío hace un tiempo, dice: “tu oficio es cotidiano y decisivo: mientras alumbre el sol, serás ardiente; mientras dure la vida, estarás vivo”; y nada más cierto, saber un oficio genera vida y felicidad.

En mi familia todos tenían algún oficio, tal vez en todas pase lo mismo, no tengo esa certeza, y en ese sentido recuerdo siempre a mi abuelo paterno, Don Orlando Tuyaré. El abuelo sabía hacer tantas cosas que a veces intuyo que sabía muchas más de las que yo conocí. Fue en primer lugar músico -en mi libro “Campo Fértil”(en elaboración) cuento cómo llegó a eso- pero también fue hojalatero, sabía rebobinar motores y construir aparatos basados en la electricidad y la electrónica, fue artista plástico construyendo desde grutas hasta haciendo pinturas, hizo con sus propias manos varios muñecos para ventriloquia que llevaba a los Corsos Colonenses, tenía una inventiva increíble llegando a hacer un sistema de agua corriente para su casa que estaba por entonces alejada del radio urbano; en fin, sería largo enumerar todo lo que mi abuelo hizo en su vida, tendrán que esperar a que termine el libro para enterarse [en esta página hay algunos capítulos a modo de “muestra”].

Mi padre también tenía oficios. En primer lugar era cantor, amaba el canto; y cantar también es un oficio, hay que saber y tener oído para la música pero sobre todo el tesón para desarrollarlo. Fue por más de cuarenta años integrante del Coro Municipal de Colón y cantó por diferentes ciudades de la provincia. Al igual que su padre tenía inventiva, siempre se las ingeniaba para hacer diferentes cosas, desde hacer una pileta hasta construir una casa rodante con la que pasamos veranos enteros viajando y acampando.

Otra persona que admiré y que me enseñó mucho de lo que luego significó la herramienta que utilicé para vivir por años fue un primo político de mi padre llamado Oscar Rene Atan, de profesión contador público. Oscar había hecho de la contabilidad un auténtico oficio. Lo mucho que aprendí se lo debo a él porque vió en mi un potencial significativo y me impulsó a desarrollarlo hasta llegar a saber tanto o más que un profesional. Lo que siempre recuerdo de él fue cuando me dijo: “queres trabajar conmigo… tomá, ponete a estudiar esto y después hablamos”, mientras me entregaba tres tomos del libro “Auditoría Contable” de Francisco Cholvis; luego siguieron otros, lo jugoso fue el después.

Pero si hay algo que aprendí de todos es la voluntad para ser autodidactas; he dejado de lado tíos y amigos para no hacer tan largo el texto y espero que no se ofendan. Los que cité fueron ante todo autodidactas, tenían esa actitud de enfrentar los problemas o de encarar para hacer lo que fuere, sea preguntando, sea estudiando, sea utilizando las capacidades cognitivas propias, la intuición, la imaginación. Ese “sacar fuerza” para formarse uno mismo y poder llegar a hacer casi “cualquier cosa” fue adoptado por mi desde temprana edad y persiste hasta hoy. Algunos dirán que hay cuestiones innatas o hereditarias, dones que uno tiene, y es verdad pero si no hay alguien que las “avive” de nada vale tenerlas.

Para finalizar… No debe haber algo más gratificante que llegar al punto medio de la vida, ver para atrás y entender lo que sabemos y por qué pero sobre todo amar esa sabiduría y, por sobre todo, estar agradecido a la gente que vio en nosotros lo que otros no o lo que no nos dimos cuenta.

El oficio es arte y si es amado genera vida y felicidad.

...Y si, tengo oficios pero esa es otra historia.