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Hoy me levanté tarde y sé la razón de esa tardanza, lo incómodo es dormirse y despertarse sin saber por qué, peor aún sin recordar lo soñado. Es raro que recuerde mis sueños, solo sucede cuando son intensos, con mucha carga emotiva. Cuando no sé por qué dormí tanto me levanto pensando en todo lo que haré en el día para resarcir ese tiempo perdido. Porque dormir mucho es perder el tiempo salvo que haya valido la pena el sueño, que pueda recordarlo y que el mismo de certezas sobre lo que siento y añoro, mejor aún cuando tengo una pizca de esperanza de que ese sueño se puede llegar a cumplir como una rareza de la vida esparcida en este universo inexplicable. Y algunos he cumplido.

Tan pronto como me espabilé un poco, me levanté rápidamente y mientras me vestía pensaba en las tareas a realizar en el día: abrir el local y ponerme a trabajar con una laptop que no enciende y que me trajeron para reparar. Lo mejor que me puede pasar es que me traigan algún artefacto que no anda y hurgar en sus razones bien escondidas porque allí despierto ciertas zonas del cerebro que son haraganas de funcionar con frecuencia.

Al salir al patio veo un día gris, con algo de neblina, hermoso para ponerse a pensar, divagar o perderse en alguna nostalgia amarrada en esas zonas del corazón donde están para siempre. Hacer eso mientras se escuche música que lleve a esos lugares recónditos bien podría ser el objetivo del día porque lo ha sido más de una vez.

Roquita, Granuja y Dindina, algunos de mis gatos, salieron a darme los buenos días y me acompañaron hasta el auto, ritual que hacen todos los días, de lunes a sábados y sin claudicar por nada, ni con lluvia.

Adentro del local hacía frío pero eso no quita ni un ápice de lo bien que me siento al entrar y permanecer, ver todo lo que hice y construí con mis propias manos y la satisfacción de que quedó todo como quería, a mi gusto y paladar. Me faltan algunos detalles pero ya con esto me alcanza, soy fácil de conformar.

Después de abrir las persianas venecianas, preparé el mate y me senté en este lugar donde tengo vista a la avenida. Encendí las computadoras, una para trabajar y la otra para escuchar a Cynthia Ottaviano por la 990 como todos los sábados.

Abrí la laptop que me trajeron para reparar, intenté encenderla sin éxito y entendí que tenía que desarmarla para ver qué pasaba. Pero primero el ritual del mate que es como el combustible inicial para funcionar durante la jornada y mientras tomaba el elixir revisaba los correos y las redes sociales.

En ese momento recordé que hace un tiempo creé esta página de Crónicas Merlinas y que hacía tiempo que no escribía nada y decidí tomarme unos minutos. Actualicé la web y revisé los artículos publicados… veo muy pocos y noto que pasó tiempo, que he parado sin motivo algunos proyectos como “Los Tuyaré”, “Las Dudas de la Flor” y alguno que otro más.

“Los Tuyaré” es un libro que encaré hace un tiempo en donde relato el origen del apellido, la genealogía, transcribo lo que mi padre dejó escrito de sus memorias y agrego todos los datos que poseo de mis antepasados, incluso fotos. “Las Dudas de la Flor” es poesía lírica, un compilado de poemas que vengo escribiendo desde hace varios años pero tengo que darle forma, en eso estaba.

Se hace tarde…

Les dejo una de esas poesías de “Las Dudas de la Flor” que alguna vez estuvo publicada...

Cuerpo Errático

Me traspasa un hueco tremebundo,
la lanza terremoto del viaje interior
y este cuerpo errático y quebradizo
se parece a una deidad inédita
del cosmos. 

Una realidad que desconozco se me asoma
con la ingravidez del limbo y la nostalgia.

Veo el pasado y el futuro,
un vitraux interminable y plomizo
abre el abanico de mi pasado
y resiente mis huesos.

Dejo
y me quejo
y arrecio el deber.

Es la muerte que pasó.